La crisis tiene una manera de sacudir todo lo que pensábamos que sabíamos sobre Dios y cómo Él obra en nuestras vidas. Cuando la tragedia golpea, la fe de algunas personas se vuelve más fuerte, mientras que otros sienten que la suya se desmorona completamente. Si has perdido tu fe durante un tiempo difícil, no estás solo, y definitivamente no eres un fracaso. Entender por qué esto sucede puede ser el primer paso hacia la sanación y posiblemente encontrar tu camino de regreso a la creencia.
Muchos de nosotros construimos nuestra fe en la idea de que Dios nos protegerá de cosas terribles si somos buenas personas. Pensamos que la oración, la asistencia a la iglesia, y tratar de vivir correctamente mantendrán las cosas malas lejos de nuestras familias. Cuando algo horrible sucede de todas formas, se siente como si Dios rompiera Su promesa o no estuviera prestando atención. Podríamos pensar que si fuéramos mejores cristianos, oráramos más, o tuviéramos fe más fuerte, podríamos haber prevenido nuestra crisis.
A veces la fe se siente perdida porque estamos enojados con Dios, y nos han enseñado que la ira hacia Dios está mal o es pecaminosa. Así que en lugar de ser honestos sobre nuestros sentimientos, lo apartamos completamente. Otras veces, amigos y familia bien intencionados nos dan respuestas simples a preguntas complicadas. Nos dicen que todo sucede por una razón o que Dios no nos dará más de lo que podemos manejar. Estas respuestas pueden hacernos sentir más distantes de Dios, no más cercanos a Él.
El primer paso hacia encontrar la fe de nuevo es aceptar que cuestionar a Dios no significa que no lo amas o que eres una mala persona. Muchas personas en la Biblia discutieron con Dios, hicieron preguntas difíciles, y expresaron su decepción con cómo resultaron las cosas. Dios puede manejar tu ira y confusión. No está sorprendido por tus dudas u ofendido por tus preguntas honestas. Empieza siendo completamente honesto con Él sobre dónde estás ahora mismo.
Encontrar la fe de nuevo usualmente sucede lentamente, no todo de una vez como en las películas. Podrías empezar leyendo sobre las luchas de otras personas con la creencia. Hablar con alguien que ha caminado un sendero similar puede ayudarte a sentirte menos solo en tus preguntas. A veces asistir a una iglesia diferente o encontrar un grupo de apoyo te da espacio para procesar tus dudas sin que la gente trate de arreglarte inmediatamente.
Recuerda que tu fe después de la crisis podría verse diferente de como era antes, y eso es completamente normal y saludable. Perder a alguien, enfrentar enfermedad seria, o lidiar con decepción mayor cambia cómo vemos el mundo y cómo nos relacionamos con Dios. Tu nueva fe podría ser más silenciosa, más honesta, o más enfocada en supervivencia diaria que en grandes preguntas teológicas. Todos estos cambios están bien y pueden realmente llevar a una relación más profunda y auténtica con Dios de la que tenías antes.